domingo, 13 de julio de 2008

La Hora Azul: El arte de surfear de madrugada

La hora azul es uno de los fenómenos naturales más impresionantes que puede experimentar el ser humano y, sin duda alguna, uno de los momentos más mágicos del día. Pocos, sin embargo, se animan a disfrutarla en toda la amplitud de su generoso esplendor, pues la hora azul es un prodigio que ocurre en el momento preciso en que la oscuridad de la noche deja paso a la luz del día, cuando la gran mayoría de personas se halla todavía durmiendo o en trance de despertar, y aunque a veces dura pocos minutos, su majestuosidad hace que el hombre sienta un fuerte contacto espiritual con la naturaleza, especialmente con el mar. En el verano limeño, la hora azul empieza alrededor de las 5:15 de la madrugada, cuando la ciudad duerme y la multitud descansa, y es quizá el mejor momento para correr olas, no sólo por el intenso placer que supone estar en el mar a esa hora, sino también porque son muy pocos los que se aventuran a madrugar para llegar al corazón de las rompientes tan temprano. Conozco a muchas personas que han dejado de correr olas desde que empezaron a trabajar con horario de oficina, y a muchas otras que han abandonado el deporte pues consideran que en estos días hay demasiado gente en el agua como para disfrutar de una buena sesión de surf. Quizá esto se deba a que esas personas ignoran que durante la hora azul el mar se presenta como uno de los mejores escenarios para surcar olas, y también porque tal vez no sepan que existen muy pocos placeres que puedan compararse al deleite de surcar olas al amanecer, como decía el gran Duke Kahanamoku, padre del surfing moderno.

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